sábado, febrero 16, 2013

Beata Felipa Mareri, Religiosa Clarisa

Beata Felipa Mareri, Religiosa Clarisa
Febrero 16

Martirologio Romano: En Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano, abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en aquella región (1236).

Fecha de beatificación: El 30 de abril de 1806 el Papa Pío VII confirmó su culto.
Felipa nació, a finales del siglo XII, hacia el año 1195, de la noble familia de los Mareri, en el castillo de su propiedad situado en San Pietro de Molito, hoy Borgo San Pietro, provincia de Rieti. La baronía de la familia Mareri se afianzó en el Cicolano a finales del siglo XII desde el castillo del que tomó su nombre. El fundador del linaje fue Felipe, que tuvo al menos cuatro hijos: Tomás, Gentil, Felipa y otra hija cuyo nombre desconocemos. El mayor incremento de la fama y fortuna de la familia se debió a Tomás, que fue un alto funcionario del emperador Federico II.

Orientada hacia la vida de perfección por san Francisco de Asís en los años 1221-1225, cuando el Santo, peregrino por el Valle de Rieti, se hospedaba en casa de sus padres, Felipa tomó de joven la decisión de consagrarse a Dios, y se mantuvo con tal firmeza en su propósito, que no consiguieron doblegar su voluntad ni las presiones de los parientes, ni las amenazas de su hermano Tomás, ni las ofertas y requerimientos de sus pretendientes.

Ante la actitud de sus familiares, Felipa, como años antes Clara de Asís, huyó de la casa paterna, y junto con su hermana y algunas compañeras se refugió en una gruta de los montes cercanos a su castillo, ahora llamada «Gruta de Santa Felipa», que adaptó con austeridad para sus fines y donde permaneció hasta que sus hermanos Tomás y Gentil, con acta notarial de fecha 18 de septiembre de 1228, le dieron el castillo de su propiedad de San Pietro de Molito y la antigua iglesia benedictina aneja. Allí se trasladaron Felipa y sus seguidoras, y en seguida comenzaron a organizar su vida claustral siguiendo la forma de vida y las normas que san Francisco había dado a santa Clara y a sus hermanas del monasterio de San Damián en Asís. El mismo san Francisco encomendó a uno de sus primeros compañeros, el beato Rogerio de Todi, la dirección espiritual de la Beata y de las clarisas del monasterio por ella fundado. A tal fin, Rogerio se trasladó al valle de Rieti, y allí permaneció, cumpliendo su misión, hasta la muerte de la Beata en 1236.

Este monasterio, bajo la guía de la beata Felipa, maestra de vida espiritual, y con el asesoramiento del beato Rogerio, hombre de gran fervor y no menor prudencia, se convirtió pronto en escuela de santidad. Ciertamente, la ocupación principal de la comunidad monástica era el culto y la alabanza de Dios, la vida litúrgica, la lectura y estudio de la Sagrada Escritura, la oración y contemplación. Pero, al mismo tiempo, el trabajo era tenido en gran consideración, lo mismo que el servicio a los pobres y el apostolado. En el monasterio se preparaban medicinas que luego se distribuían gratuitamente a los enfermos pobres. El fervor de la caridad en las palabras y en las obras, así como el estilo de vida de aquellas clarisas, con Felipa a la cabeza y todas siguiendo la estela del Santo de Asís, hicieron revivir la vida evangélica en el Valle de Rieti, como antes había sucedido en el Valle de Espoleto.

La beata Felipa murió en su monasterio el 16 de febrero de 1236. Pronto su tumba se convirtió en meta de peregrinaciones y empezaron a multiplicarse las gracias y los favores extraordinarios de Dios obtenidos por mediación de la Beata. Cuando en 1706 se hizo el reconocimiento de sus restos mortales, se vio que su corazón permanecía incorrupto, y se conserva aún hoy en un relicario de plata. Inocencio IV, en una bula de 1247, da a Felipa el título de "santa". Pero fue Pío VII quien, por bula de 30 de abril de 1806, confirmó su culto inmemorial y aprobó la misa y oficio en su honor.

El antiguo Borgo San Pietro y el monasterio de clarisas fundado por la beata Felipa el año 1228, quedaron sepultados, en 1940, bajo las aguas del nuevo lago artificial del Salto, a orillas del cual se han reconstruido tanto el monasterio como el pueblo. La capilla del siglo XIII, donde se custodiaban los restos de la Beata, se ha restaurado en la nueva iglesia con las mismas piedras medievales, y se ha decorado con los frescos que ya la adornaban en el antiguo monasterio.
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Fuente: Franciscanos.org

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