lunes, febrero 04, 2013

San Teófilo, Archidiácono Penitente

San Teófilo, Archidiácono Penitente
Febrero 4

Ecónomo de la iglesia de Adana, en Cilicia, célebre por su pacto con el demonio, del cual fue librado por intercesión de la Santísima Virgen, 538. Aunque la leyenda de San Teófilo debe considerarse casi con certeza como pura novela, y se la discute seriamente en el "Acta Sanctorum", como clásico ejemplo de historia de pacto con el diablo, en la que se creía firmemente en la antiguedad, merece sin embargo aquí una breve noticia. 

Se describe a Teófilo como "oeconomus" digamos "administrador" -de la iglesia de Adana en Cilicia, un hombre humilde, serio, que al ser elegido obispo rehusa el honor, prefiriendo permanecer en su condición de subordinado. Cuando rehusó aceptar el episcopado, nombraron para la sede a un extranjero quien, por sutiles maquinaciones del demonio y sin ninguna razón, destituyó a Teófilo de su cargo. Con el tiempo, hizo cuarenta días de penitencia en la iglesia de Nuestra Señora, implorando humildemente su intercesión, y Ella, después de una severa reprimenda, obtuvo de su Hijo que tuviera misericordia con el ofensor. 

Continuó prolongando aun más sus ayunos, y cierta vez se le apareció en sueños la Santísima Virgen. Cuando despertó, se encontró sobre su pecho el pacto que había firmado. Entonces, impulsado por la gratitud y un deseo de proclamar por todo el mundo la compasión de la Madre de Misericordia, hizo confesión pública de todo lo que había sucedido, en la iglesia, ante el obispo, quien personalmente quemó el pacto, a la vista del pueblo.
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Fuente: oremosjuntos.com
Según el Lives of Saints, (Tomo II), la primera referencia a esta historia es un manuscrito griego del siglo VI, escrito por Eutiquiano (no falta quien diga que en realidad es escrito por los herejes eutiquianos, no por alguien de ese nombre. Es probable, muchas actas de mártires están escritas por otros herejes cristianos de la época), que dice haber oído la historia del mismo Teófilo. San Simeón Metafraste (27 de noviembre), la incluye en su gran colección de vidas de santos y mártires.

Sin embargo, la historia se desarrolla, amplía y adorna en el siglo IX, en una obra llamada “Milagros de Santa María”, donde se cuece el germen del libelo de sangre, poniendo al mago como judío. En el siglo X, la canonesa Hroswitha de Gandersheim, escribe una gran narración poética, teológica y mística de la historia, reflexionando sobre el bien y el mal, el pecado y la redención. En el siglo XIII se escribe un auto de fe sobre el tema, que es, en definitiva, el que le da expansión a la historia y la hace conocida por las masas. Bueno, eso y que fue muy representada en vidrieras y retablos (la catedral de Notre Dame cuenta con unas secuencias esculpidas en piedra) como historia aleccionadora de lo que podía pasar por jugar con el diablo, del poder intercesor de María y de la maldad judía.

Englobando todas las versiones, la “historia” cuenta esto:
Teofilo era un archidiácono de Adana, Cilicia, con ganas de ascender en la carrera eclesiástica, pero las cosas no le iban bien. Era un hombre bueno, estricto en la observancia religiosa, caritativo con los pobres, cercano a los enfermos y afligidos, elocuente en el púlpito, orante y penitente. A la muerte del obispo, fue llamado a suceder a este por aclamación popular, pero su humildad le llevó a rechazar el cargo. Otro fue hecho obispo y Teófilo siguió en su cargo de tesorero cabalmente, pero comenzó a extenderse la calumnia de que había rechazado el obispado por orgullo y para seguir manejando los tesoros de la Iglesia a su antojo. El obispo, sin averiguar mucho, lo echó de su cargo. Teófilo trató por todos los medios disponibles de desenmascarar las calumnias y exponer la falsedad de las acusaciones formuladas contra él, pero fue incapaz de ello y, cegado, hizo lo siguiente:

Visitó a un mago (al que el medioevo pondrá como judío), que le llevó a medianoche a una encrucijada e invocó a Satanás, quien se comprometió a reintegrar a Teófilo todos sus oficios, y buena fama. Teófilo debía abjurar para siempre de Jesucristo y su Madre, firmando el contrato con su propia sangre en un papel. Al día siguiente, el obispo reconoció públicamente su error, pidió perdón a Teoófilo, le devolvió a su oficio de tesorero y la población reconoció su santidad, honrando su mansedumbre por no protestar.

Durante un tiempo todo fue bien, pero la conciencia de Teófilo comenzó su trabajo y no le dejaba tranquilo. Enfermó y no hallaba sosiego en la oración. Comenzó un ayuno de 40 días y pasaba orando todas las noches en la iglesia, del anochecer al alba. En la noche del ultimo día, la Virgen se le apareció y le reprendió por su pecado. El imploró el perdón y su intercesión, prometiendo pedir perdón públicamente. A la noche siguiente María volvió a aparecérsele en un sueño y le aseguró que Cristo le había perdonado por su oración. Teófilo despertó y vio sobre su pecho el papel que había dado al demonio. Como era domingo, corrió al templo y se arrojó a los pies del obispo, haciendo su confesión en público. Relató la verdad y mostró a la multitud reunida el contrato firmado con su sangre. Destrozó el contrato y lo quemó ante el pueblo. Recibió el Santísimo Sacramento, regresó a su casa y al cabo de tres días murió de unas fiebres.

Hay que decir que aunque es reconocido como santo por la Iglesia oriental, no es así por la Iglesia Romana, aunque su historia haya servido de narración ejemplarizante, sobre todo mediante la literatura y el teatro.

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Imagenes y Fuente: Ramón Rabre - Pregunta Santoral

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