martes, diciembre 31, 2013

Evangelio Diciembre 31, 2013

Y la Palabra se hizo carne
Juan 1, 1-18.
Navidad.
Tenemos un tesoro que nadie puede igualar: El Niño recién nacido que duerme en un pesebre, en la ciudad de Belén.

Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Oración introductoria
Gracias, Señor, por esta Navidad. Creo que te hiciste niño para redimirme y mostrarme el amor de Dios Padre. Hoy, como aquellos pastores de Belén, me anuncias la gran noticia: «hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor», ilumina mi oración para saber contemplar este maravilloso misterio de amor.

Petición
Dame la gracia de ir a tu encuentro en esta oración, con las mismas disposiciones que tuvieron los pastores: humildad y apertura

Meditación del Papa Francisco
En muchos ámbitos de la vida confiamos en otras personas que conocen las cosas mejor que nosotros. Tenemos confianza en el arquitecto que nos construye la casa, en el farmacéutico que nos da la medicina para curarnos, en el abogado que nos defiende en el tribunal.
Tenemos necesidad también de alguien que sea fiable y experto en las cosas de Dios. Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios. La vida de Cristo -su modo de conocer al Padre, de vivir totalmente en relación con él- abre un espacio nuevo a la experiencia humana, en el que podemos entrar.
La importancia de la relación personal con Jesús mediante la fe queda reflejada en los diversos usos que hace san Juan del verbo "creer". Junto a "creer que" es verdad lo que Jesús nos dice, san Juan usa también las locuciones "creer a" Jesús y “creer en” Jesús. "Creemos a" Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque él es veraz. "Creemos en" Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a él, uniéndonos a él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino.(S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei n. 18)..

Reflexión
¿Quién es el Niño que acaba de nacer? ¿Es el "hijo del artesano"? San Juan empieza su narración de la vida de Jesús diciendo su auténtico origen: ya existía desde el principio de los tiempos. La Palabra eterna habitaba junto a Dios, era Dios; por ella tuvo lugar la Creación.

En estas líneas se desvela poco a poco el misterio de Dios que ha querido, por amor gratuito hacia cada uno de nosotros, hacerse hombre y nacer de una mujer. De esta manera tan maravillosa se ha hecho posible lo imposible: el ser humano, en su limitación, ha podido ver a Dios, hablar directamente con Él, compartir la misma comida, escucharle y seguir sus pasos.

En este Misterio único, inexplicable y gratuito hemos podido contemplar "la gloria de Dios" y hemos conocido su auténtico rostro. Y todos los que creemos en Él hemos sido iluminados por la Luz verdadera, y se nos ha concedido ser hijos de Dios.

Los cristianos tenemos un tesoro que nadie puede igualar. Y ese tesoro debe llenar por completo nuestra vida, porque nuestra felicidad sólo puede colmarse con el Absoluto, con Dios, con ese Niño recién nacido que duerme en un pesebre, en la ciudad de Belén.

Propósito
Con una alegre creatividad, celebrar la Navidad con auténtico espíritu cristiano.

Diálogo con Cristo
Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia.
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Autor: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net

San Silvestre I, Papa

San Silvestre I, Papa
Diciembre 31 - Enero 2 (Iglesia Oriental)

33 -San Silvestre I: Roma; Enero 31, 314 - Diciembre 31, 335. Nació en Roma. Elegido el 31.I.314, murió el 31.XII.335. Fue el primero en ceñir la Tiara. Celebró el primer Concilio Ecuménico de Nicea que formuló el "Credo". Creó la "Corona Ferrea" con un clavo de la Cruz. Convirtió el Palacio Lateranense en San Juan de Letrán, la primera Catedral de Roma.

Martirologio Romano: San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila. 335.

Lo primero que hay que decir de Silvestre es que hay una historia, fiable y conocida, y una leyenda piadosa.

La historia
Esta trae poco de Silvestre, sólo que fue elegido papa el 31 de enero de 314, y que sucedió a San Melquíades (10 de diciembre). Aún era época turbulenta, por lo que Silvestre pasó un tiempo escondido, hasta la paz de Constantino y la proclamación de la libertad del cristianismo. Así fue que Silvestre fue el papa a quien correspondió el tránsito de las persecuciones a la paz. Silvestre, por su edad y salud no participó en el concilio de Nicea (325), aunque envió dos sacerdotes con sus recomendaciones y decretos. En este concilio se condenó firmemente el arrianismo.

Al parecer, Silvestre fue quien ordenó que el Crisma debía ser consagrado solo por los obispos, y extendió a los sacerdotes la administración de la confirmación en casos extremos. También dictó que los diáconos llevarían dalmática al servir al altar y que los corporales solo debían ser de lino y blancos, sin teñir. Prescribió el ayuno en miércoles, viernes y sábados, en honor del Jueves (día de la instición de la Eucaristía) y del domingo (día de la Resurrección). (1)

Silvestre murió el 31 de diciembre de 335, día en que se celebra su memoria y es de los primeros santos no mártires en ser venerados públicamente por la Iglesia, en el 354 ya consta su memoria en Roma. Está enterrado en San Silvestre de Roma, iglesia que se construyó sobre las catacumbas de Priscila, aunque un brazo es venerado en la catedral de Chalon-sur-Saone, una supuesta cabeza en Croacia y otras reliquias desperdigadas.

La leyenda.
La extensa leyenda de San Simeón Metafraste (27 de noviembre) dice que era hijo del presbítero Rufino y Justa, y que nació bajo el papado de San Cayo (22 de abril y 11 de agosto). Padeció persecución al enterrar a Timoteo, un mártir perseguido desde Antioquia. Siendo llamado a sacrificar a los dioses y negarse, Tarquino el prefecto le amenazó con torturas, a lo que Silvestre le profetizó que esa misma noche moriría, como sucedió, pues Tarquino murió atragantado por una espina. Silvestre fue liberado y esde entonces ganó fama de predicador y santo entre el pueblo romano, por lo que a la muerte de Melquíades fue elegido papa en el 312. Apenas fue elegido, mandó hacer una lista de todos los huérfanos, viudas y pobres de la ciudad, para que los cristianos les socorriesen permanentemente.

La leyenda le pone curando a Constantino (santo, 21 de mayo), aquejado de lepra, luego que San Pedro y San Pablo se le aparecieran al emperador y le enviaran adonde Silvestre, escondido en Monte Soracte. Allí Silvestre le llevó a una fuente milagrosa y, a cambio de desterrar el paganismo y convertirse, le bañó y le bautizó. Mediante el bautismo, Constantino obtendría la salvación y la curación corporal, después de haber intentado obtener la salud mediante ritos paganos, o estar a punto de bañarse en sangre de bebés. Pero sabido es que Constantino no fue bautizado hasta 337, y Silvestre murió en 335, dos años antes; sin embargo, hasta la reforma del Martirologio Romano y del Breviario, ambos afirmaban que San Silvestre bautizó a Constantino.

Pidió, y obtuvo, que se construyera una basílica dedicada al Salvador en un antiguo palacio de descanso de Diocleciano: son los orígenes de San Juan de Letrán, iglesia a la que Constantino dotó ricamente. Asimismo se construyó la basílica de San Pedro, sobre la venerada tumba del apóstol. Pero la historia es tozuda y desde el siglo XIX está demostrado que esta donación la hizo Constantino a Melquíades inmediatamente después de su victoria en el puente Milvio.

También intentó la leyenda dar un lugar más relevante a Silvestre con respecto al importantísimo concilio de Nicea, recreando un supuesto sínodo de 277 obispos, que Silvestre reunió en Roma al regreso de sus legados (Víctor y Vicente, según cuenta la ficción). Este sínodo presidido por Silvestre ratificaría las resoluciones de Nicea con la autoridad papal. Lo cierto es que Eusebio no menciona para nada semejante sínodo.

Una parte muy extensa de la leyenda habla de un debate con 12 maestros judíos sobre la divinidad de Cristo, la maternidad virginal de María, la fe cristiana. Este debate fue llevado a cabo a instancias de Santa Elena (18 de agosto), y en presencia de Constantino. Sobra decir que silvestre salió victorioso de todos. 11 de los judíos aceptaron su derrota y su error, pero el duodécimo, llamado Zambri, retó a Slvestre a demostrar su fe y poder, quitando la vida a una criatura. Eligió a un toro y al susurrarle una palabra en la oreja, este cayó muerto. Silvestre, viendo que el judío había invocado al diablo, se acercó al toro y le dijo: "Tú, señor de la maldición y la muerte, yo te mando en nombre de Jesucristo que este toro se levante y regrese a su rebaño" Y así fue. Esto logró la conversión de los judíos presentes.

Otra parte de la leyenda narra como Silvestre dominó un dragón que vivía en un pozo cercano y que mataba solo con su aliento. Con la señal de la cruz y en nombre de Cristo, le puso una cadena, un collar de hierro del que pendía una cruz y lo sacó mansamente del pozo. Ambas leyendas han propiciado patronatos sobre los animales, las aguas, contra los envenenamientos. En la Borgoña, trabajar en su día podía atraer la mala suerte, la destrucción de la cosecha y morir mordido por una serpiente. Se usaba en Bélgica, Alemania y Francia hacer peregrinaciones y pedir la protección del santo para los animales y cosechas (una especie de “sansilvestre” devota). También es patrono de albañiles y canteros, sobre todo en Francia.

Las figuras del toro y el dragón forman parte de la iconografía del santo, ya que suele aparecer acompañado de un dragón y un toro. También conforman su iconografía la paloma y la rama de olivo, símbolo de la paz del cristianismo, traída por Constantino.
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(1) Digo “al parecer”, porque cuando se estudia de liturgia e historia de la Iglesia, se da cuenta uno de que pocas cosas han sido instituidas en un solo día, y por un decreto determinado; mucho menos que tal o cual costumbre o norma hayan sido asoptadas uniformemente, sino que ha habido evolución e involución, y mucha libertad creativa, en la liturgia.
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Fuente: preguntasantoral.blogia.com
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Imagen: João D. Filipe

Santa Catalina Labouré, Virgen

Santa Catalina Labouré, Virgen
Diciembre 31 - Noviembre 28

fecha en el calendario anterior: 28 de noviembre
n.: 1806 - †: 1876 -Francia
Beatificada: Pío XI 28 may 1933 - Canonizada: Pío XII 27 jul 1947

En París, también en Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de la Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su sencillez, caridad y paciencia.

Zoe Labouré, hija de un campesino de Fain-les-Moutiers, nació en 1806. Fue la única de una numerosa familia que no asistió a la escuela y no aprendió a leer ni a escribir. Cuando su madre murió, Zoe tenía ocho años. Algún tiempo después, su hermana mayor, Luisa, ingresó en el instituto de las Hermanas de la Caridad, de suerte que Zoe quedó encargada de hacer casa a su padre. A eso de los catorce años, la joven se sintió también llamada a la vida religiosa. Su padre se opuso un tanto; pero finalmente, en 1830, Zoe consiguió ingresar en la casa que tenían las hermanas de la caridad de San Vicente de Paúl en Chatillon-sur-Seine. En religión tomó el nombre de Catalina. Al terminar el postulantado, fue enviada al convento de París (rue du Bac), a donde llegó cuatro días antes de que las reliquias de san Vicente fuesen trasladadas de Notre-Dame a la iglesia de los lazaristas en la calle de Sevres.

Al atardecer del día de esa fiesta, tuvo lugar la primera de las extraordinarias visiones que tuvo Catalina Labouré, pero no fue aquélla la más importantes, y transcurrieron tres meses desde entonces para que se iniciara la serie de tres apariciones trascendentales que habrían de dar fama mundial al nombre de la hermana. A eso de las 11.30 de la noche del 18 de julio de 1830, la hermana Catalina despertó sobresaltada y se encontró ante «un niño resplandeciente» que la invitaba a seguirle con un gesto de su mano. El niño la condujo a la capilla de las monjas donde la aguardaba la Santísima Virgen. La entrevista se prolongó durante dos horas y, según se supo más tarde, en el curso de la misma, la Madre de Dios le advirtió que la tenía destinada a una tarea muy difícil y le reveló ciertos sucesos futuros, como la muerte violenta de un arzobispo de París que habría de ocurrir, como ocurrió en efecto, cuarenta años más tarde (Mons. Darboy, en 1871).

La segunda aparición tuvo lugar el 27 de noviembre, cuando Nuestra Señora se manifestó a Catalina en la misma capilla. En aquella ocasión, la Madre de Dios no habló, pero en cambio se apareció inmóvil y resplandeciente, como la figura de una estampa. Parecía estar dentro de un gran círculo luminoso, de pie sobre una esfera; tenía las manos extendidas hacia abajo, y de sus palmas irradiaban rayos de luz. En torno a la figura de la Virgen aparecía la siguiente inscripción: «¡Oh, María, concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a vos¡», En un momento dado, la imagen pareció darse la vuelta y, en el reverso apareció una «M» coronada por una cruz y con dos corazones debajo, uno ceñido por una corona de espinas y el otro traspasado por una espada. En el mismo momento, Catalina creyó oír una voz que le mandaba acuñar una medalla con aquella imagen y aquellos símbolos. La misma voz prometía que, cuantos portasen la medalla con devoción, recibirían grandes gracias por la intercesión de la Madre de Dios. La visión se repitió al mes siguiente y en varias ocasiones más, hasta el mes de septiembre de 1831.

La hermana Catalina refirió todo a su confesor, el P. Aladel, quien investigó cuidadosamente el asunto y, convencido de su autenticidad, obtuvo del arzobispo de París, Mons. de Quélen, el permiso de acuñar la medalla. En junio de 1832, quedaron listos los primeros 1500 ejemplares de la que se conoció desde entonces como la medalla «milagrosa». Según parece, ese nombre se le dio a causa de las circunstancias maravillosas de su origen, más que a milagros relacionados con ella. En seis años, se vendieron 130.000 ejemplares de la «Noticia histórica de los orígenes y efectos de la Medalla Milagrosa», obra del P. Aladel, publicada en 1834 y que fue traducida a varios idiomas, incluso al chino. En 1836, el arzobispo de París instituyó una investigación canónica sobre las visiones.

Pero la hermana Catalina no compareció ante los miembros de la comisión. Las precauciones que la santa había tomado para permanecer ignorada, la promesa que había arrancado al P. Aladel de no revelar su nombre a nadie, el secreto absoluto que había guardado sobre las visiones, excepto ante su confesor y su repugnancia a comparecer ante las autorirdades eclesiásticas, explican por qué los miembros de la comisión no hablaron con ella. El tribunal tomó en consideración las circunstancias, el carácter de la visionaria, la prudencia y buen juicio del P. Aladel y falló en favor de la autenticidad de las visiones. La popularidad de la medalla creció rápidamente, sobre todo a partir de la conversión de Alfonso Ratisbonne en 1842. Era éste un judio alsaciano que había aceptado, sin entusiasmo alguno, llevar la medalla y más tarde, tuvo una aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en la iglesia de Sant'Andrea delle Trate, de Roma. En seguida, recibió el bautismo y posteriormente se ordenó sacerdote y fundó la congregación religiosa de los Padres y las Hermanas de Sión. También se hizo una investigación canónica sobre la visión de Alfonso Ratisbonne.

El informe de la comisión y el del arzobispo de París, se usaron a fondo en el proceso de beatificación de Catalina Labouré, sobre cuya vida personal se sabe muy poco. Sus superiores la calificaron de «más o menos insignificante, realista y poco imaginativa, fría y casi apática». Desde 1831 hasta su muerte, ocurrida el 3I de diciembre de 1876, la santa vivió sin hacerse notar en el convento de Enghien-Reuilly, donde ejerció los cargos de portera, encargada del gallinero y encargada del cuidado de los ancianos del hospicio. Ocho meses antes de su muerte, Catalina reveló a su superiora, la Madre Dufes, las gracias extraordinarias que había recibido. Todo el pueblo se volcó en sus funerales. Poco después, un niño de once años, inválido de nacimiento, fue curado instantáneamente en el sepulcro de la santa. Catalina Labouré fue canonizada en 1947.
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Se ha escrito mucho sobre Catalina y la Medalla Milagrosa. Probablemente la biografía más conocida es la del P. E. Crapez. Mencionemos también la biografía del P. E. Cassinari. Anterior a éstas es la obra de Lady Georgiana Fullerton, Life and Visions of a Sister of Charity (1880).
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fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler
Tomado de: eltestigofiel.org

San Juan Francisco de Regis, Predicador Misionero Jesuita

San Juan Francisco de Regis, Predicador Misionero Jesuita
Junio 16 - Julio 2 - Diciembre 31

Calendario anterior: Junio 16

Martirologio Romano: En el territorio de La Louvesc en la montaña junto a Puy-en-Vélay en Francia, san Juan Francisco Régis, sacerdote de la Compañía de Jesús, que, predicando el Evangelio y administrando el sacramento de la penitencia, por montes y aldea se empeñó sin descanso para renovar la fe católica en el ánimo de los habitantes. (1597-1640).
 
La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses -los que recibieron el nombre de hugonotes-, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII.

En uno de los períodos de paz en que se despierta el fervor religioso con manifestaciones polarizadas en torno a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, en nítido clima de resurgimiento católico, nace Juan Francisco en Foncouverte, en el 1597, de unos padres campesinos acomodados.

Cuando nació, ya había pasado la terrible Noche de san Bartolomé del 1572 en la que miles de hugonotes fueron asesinados en París y en otros lugares de Francia, con Coligny, su jefe. Y faltaba un año para que el rey Enrique IV, ya convertido al catolicismo, promulgara el Edicto de Nantes que proporcionaría a los hugonotes libertad religiosa casi completa.

Juan Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Estaba comenzando los estudios teológicos, cuando se declara en Touluose la terrible epidemia de peste del año 1628. Hay abundantes muertes entre enfermos y enfermeros hasta el punto de fallecer 87 jesuitas en tres años; y como hacen falta brazos para la enorme labor de caridad que tiene ante los ojos, no cesa de pedir insistentemente su plaza entre los que cooperan en lo que pueden para dar algo de remedio al mal. Se hace ordenar sacerdote precisamente para ello, aunque su decisión conlleve dificultades para la profesión solemne.

Este hombre es tan de Dios que, cuando la obediencia le manda desempeñar su ministerio sacerdotal en la región de Montpellier, se hace notar por su predicación a pesar de que su estilo no goza del cuidado y pulcritud que tienen los sermones y pláticas de otros predicadores. Tan es así que, ante el éxito de multitudinaria asistencia y las conversiones que consigue, grandes figuras de la elocuencia sagrada van a escucharle y salen perplejos del discurso que han escuchado por la fuerza que transmite a pesar de la pobreza de expresión. Alguien llegó a decir que «se creía lo que predicaba». De hecho, llegó a provocar celotipias entre los oradores de fama hasta el punto de llegar a acusarle ante su padre provincial declarando que deshonraba el ministerio de la predicación por las inconveniencias y trivialidades que salían de su boca.


¿Por qué el santo suscita envidia precisamente entre los más capacitados que él? ¿Por qué la envidia de los demás es casi consustancial al santo? ¿Cómo es posible que se dé tanta envidia precisamente entre los eclesiásticos? Son preguntas a las que no consigo dar respuesta adecuada.

Quiso ir al Canadá a predicar la fe; pretendía ir con deseo de martirio; hace gestiones, lo solicitó a sus superiores que le prometieron mandarlo, pero aquello no fue posible. Su Canadá fue más al norte de Francia, en la región del Vivarais, donde vivió el resto de su vida. Allí fue donde se pudo comprobar más palpablemente el talante de aquel religioso grandote y flaco que con su sotana raída y parcheada buscaba a las almas. La región era el reducto inexpugnable de los hugonotes que habían ido escapándose de las frecuentes persecuciones. La diócesis de Viviers se encontraba en un deplorable estado espiritual; la mayor parte de los puestos eclesiásticos se encontraban en mano de los protestantes; sólo veinte sacerdotes católicos tenía la diócesis y en qué estado. La ignorancia, la pobreza, el abandono y las costumbres nada ejemplares habían hecho presa en ellos. Le ocupó la preocupación de atenderles y esto volvió otra vez más a acarrearle inconvenientes, ya que algunos que no querían salir de su «situación establecida» le culparon ante el obispo de rigorismo excesivo y de que su predicación -llena de sátiras e invectivas- creaba el desorden en las parroquias; y la calumnia llegó hasta Roma desde donde le recomiendan los jefes prudencia y le prohiben exuberancia en el celo. Creyeron más fácilmente a los «instalados» que al santo. ¿Por qué será eso?

Si los sacerdotes estaban así, no es difícil imaginar la situación de la gente. A pie recorre sube por los picos de la intrincada montaña, camina por los senderos, predica en las iglesias, visita las casas, catequiza, convence y convierte. Allí comienzan los lugareños a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. Organiza la caridad. Funda casas para sacar de la prostitución a jóvenes de vida descaminada. No le sobra tiempo. Pasa noches en oración y la labor de confesonario no se cuenta por horas, sino por mañanas y tardes. Así le sorprendió la muerte cuando sólo contaba él 43 de edad: derrumbándose después de una jornada de confesonario, ante los presentes que aún esperaban su turno para recibir el perdón. Cinco días después, marchó al cielo. Era el año 1640.

Y «si hay un santo a quien pueda invocarse como patrón de las misiones rurales en tierras de Francia, este es san Juan Francisco de Regis», lo dijo Pío XII.
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Autor: Archidiócesis de Madrid 

San Mario de Lausanne, Obispo

San Mario de Lausanne, Obispo 
Diciembre 31


Martirologio Romano: En Lausanne, entre los helvecios (hoy Suiza), san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres. (530-594).

Nació en el país de los Eduos, Galias, y se formó en la abadía de Saint Symphorien de Autun. Obispo de Avenches, en Suiza (574-594). En el 585 tomó parte en el concilio de Macon. En el 587 consagró la iglesia de Nuestra Señora de Payerne en un terreno de su propiedad. Trasladó su sede episcopal a Lausana, donde fundó el convento de Payerne.
Fue un gran defensor de los pobres. Su martirio es del todo legendario. Es el autor de la continuación de la “Crónica de Próspero” desde el 567 hasta el 581.
Es una narración histórica bien precisa, que registra los sucesos acaecidos en Italia y en Oriente, con atención dedicada a los reinos franco y burgundio. Fue inhumado en la iglesia de San Tirso que después tomó su nombre.
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Beata Josefina Nicoli, Religiosa Virgen

Beata Josefina Nicoli, Religiosa Virgen
Diciembre 31


Conocida como Sor Sonrisa digna Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl
(1863-1924) Josefina Nicoli nació en Casatisma (Pavía, Italia) el 18 de noviembre de 1863. Era la quinta de diez hijos de una familia de clase media y de profunda fe.

Cursó la escuela primaria con las religiosas agustinas, en Voghera; y estudió magisterio en Pavía. Su deseo secreto, que la impulsó a realizar estos estudios, era el de dedicarse a la educación de niños pobres en un tiempo en el que era muy alto el porcentaje de analfabetismo entre la gente de menos recursos. Este deseo fue madurando, sobre todo, a través de la experiencia del dolor, que visitó su familia con la muerte de algunos de sus hijos, entre ellos Juan, de quien Josefina se había convertido en su servicial enfermera personal. En medio de estas situaciones dolorosas aprendió a considerar el valor de la vida y la fragilidad de las cosas humanas.

Josefina era querida por todos, su carácter dulce era un don natural; y un sacerdote de Voghera, don Giacomo Prinetti, su director espiritual, la guió en el camino de la perfección del espíritu, mientras maduraba la llamada a consagrar su vida a Dios.

El 24 de septiembre de 1883, a la edad de veinte años, ingresó en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en la casa "San Salvario" de Turín, donde hizo el postulantado y el noviciado. Recibió el hábito propio de la Compañía en París, en una ceremonia que tuvo lugar en la Casa madre de las Hijas de la Caridad.

En el año 1885 fue trasladada a Cerdeña. Su primera misión, que acogió con gran entusiasmo, fue la de enseñar en el "Conservatorio de la Providencia" de Cágliari. La experiencia educativa entre niñas pobres la marcó de forma especial. Durante este tiempo no se limitó a mirar sólo lo que sucedía entre los muros del conservatorio, sino que intensificó cada vez más su unión con el Señor crucificado en medio de las vicisitudes cotidianas.

En el año 1886, la ciudad de Cágliari fue azotada por la epidemia del cólera, y sor Josefina, juntamente con sus hermanas del conservatorio, se dedicó, en los momentos que le quedaban libres después del horario escolar, a socorrer a las familias pobres de la ciudad, organizando "cocinas económicas" que pusieron a disposición de las autoridades civiles. Este servicio le permitió salir al encuentro de los muchachos abandonados por las calles de Cágliari, enseñándoles el catecismo en los encuentros que programaba los domingos. Más tarde organizó a los muchachos en una asociación que llamó "Los Luisitos", estimulándolos a vivir en actitud de ayuda fraterna y educándolos a una sana sociabilidad que, a muchos de ellos, los condujo a cambiar de vida.

Después de casi quince años de activa vida apostólica en Cágliari, en el año 1889 fue trasladada al orfanato de Sássari. También allí desarrolló un amplio proyecto apostólico, organizando diversas instituciones orientadas siempre al servicio hacia los pobres. Se preocupó por la formación de escuelas de catequesis que cada domingo reunían a cerca de 800 niños, y, sobre todo, dedicó muchas de sus energías a dar vida a la "Escuela de religión" para las jóvenes universitarias, con el fin de prepararlas para ser buenas maestras en la fe, y así contrarrestar la masonería que se difundía por Sássari y trataba de debilitar la presencia de los católicos en la ciudad.

En los proyectos de la divina Providencia, le espera un nuevo destino: Turín (1910-1913). Por sus dotes organizativas la nombraron ecónoma provincial, y un tiempo después pasó a ser directora de la casa de formación de las Hijas de la Caridad, misión a la que se dedicó con gran entrega. Se enfermó gravemente de tuberculosis y fue trasladada a Cerdeña —con gran dolor para el consejo provincial—, ya que el clima de las islas era favorable para su salud.

De regreso a Sássari, en el año 1914, reinaba un ambiente hostil a causa del anticlericalismo. Su permanencia en las islas mejoró el estado de su salud, pero comenzó su calvario interior. Una serie de malentendidos y falsos testimonios por parte de la administración del orfanato obligaron a los superiores a trasladarla nuevamente. Sor Josefina estaba a completa disposición, aceptando en silencio la humillación más grande que hubieran podido hacerle: la declararon incapaz de administrar el orfanato. Ante esta situación se repetía a sí misma: "Josefina, esto te viene muy bien. Aprende a ser humilde". La Providencia la condujo en la última etapa de su vida al Asilo de la Marina, en Cágliari.

En su nuevo destino, se encontró en medio de un barrio superpoblado, ubicado en las cercanías del puerto, y donde la pobreza alcanzaba índices muy altos, haciendo que las condiciones de vida fueran muy precarias. A los niños, por ser pobres, se les negaba el derecho a la educación, lo que favorecía los malos comportamientos.

En el contacto directo con la pobreza material descubrió heridas aún más secretas: las de la pobreza moral y espiritual. Su celo apostólico la impulsó nuevamente a salir al encuentro de los jóvenes, enseñándoles el catecismo, y orientando a quienes emigraban de las zonas rurales a la ciudad. Fundó la primera sección en Italia de la "Pequeña obra de Luisa de Marillac". Formó también el primer grupo de la Acción Católica femenina en Cágliari. Pero a quienes dedicó gran parte de sus iniciativas apostólicas, como una bondadosa y paciente madre, fue a los llamados "is piccioccus de crobi", "los muchachos de la cesta". Era un grupo numeroso que vagaba por la ciudad, sobre todo en las cercanías del mercado de la ciudad, llevando consigo su instrumento de trabajo: una cesta; y se ganaban su sustento llevando equipajes de la estación al puerto.

La caridad fue la norma de su vida, y en cada circunstancia hizo realidad su constante deseo de entregarse al Señor, formulando, desde edad muy temprana, como un firme propósito: "Deseo ser toda suya".

En el último año de su vida, no obstante todo el bien realizado, se repitió la situación de calvario al ser calumniada ella y su obra en el Asilo de la Marina. Como en otras ocasiones, sor Josefina aceptó en silencio cuanto acontecía, y el testimonio de su vida llevó al funcionario que la calumnió a retractarse y reconocer su error. La caridad humilde que testimonió hizo que el funcionario difamador se acercara a su lecho de muerte, y ella, sonriendo, lo perdonó.

Murió en Cágliari, a causa de una bronco-pulmonía, el 31 de diciembre de 1924; el funeral se celebró el día 1 de enero. Su muerte —dijo una hermana de la comunidad— fue "la corona de una vida íntegra y la prueba de una virtud practicada de modo heroico".

El milagro por su intercesión presentado para la beatificación tuvo lugar en Milán: un joven militar fue curado de un tumor óseo.

La caridad ha glorificado a sor Josefina en un camino de humildad que la llevaba a ocultarse ante los aplausos del mundo y le abría las puertas a la inhabitación de Cristo. La caridad era la norma de todos sus pensamientos, de todas sus palabras, de todas sus acciones; y así penetró el misterio de la caridad hacia los pobres como acto de amor hacia el Señor, esa fue su gloria.

Fue beatificada por S.S. Benedicto XVI el 3 de febrero de 2008.
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Fuente: Vatican.va

Beato Alano de Solminihac, Obispo

Beato Alano de Solminihac, Obispo
Diciembre 31
 
Martirologio Romano: En la fortaleza de Mercués, cerca de Cahors, en la Galia meridional, tránsito del beato Alano de Solminihac, obispo de Cahors, que con las visitas pastorales trabajó por la enmienda de las costumbres del pueblo, y se empeñó con apostólica insistencia en renovar la Iglesia que tenía encomendada. (1593-1659).
 
Nació en el castillo de Belet, cerca de Périgueux, en el seno de una familia de la nobleza. Quiso ser caballero de Malta, pero este no era su camino. Fue nombrado por un tío suyo, abad del monasterio de Chancelade perteneciente a los Canónigos regulares de Letrán, que estaba en franca decadencia y necesitaba una reforma, aunque no pudo ejercer su oficio porque era muy joven (20 años). Estudió Filosofía y Teología en París, donde conoció a san Vicente de Paúl; mantuvo una estrecha amistad con san Francisco de Sales. En 1618 fue ordenador sacerdote y después de una estancia de cuatro años en París, tomó posesión de su cargo de abad.

Como abad restableció la disciplina religiosa, el culto divino y publicó unas nuevas Constituciones. El éxito de la reforma fue rotundo y se extendió a otros monasterios de los Canónigos Regulares. Fue nombrado Visitador de los monasterios de la Orden. Tuvo dificultades porque el cardinal Rochefoucauld, ordenó la unificación de todos los Canónigos Regulares, de manera que al unirse una forma de vida más mitigada, su reforma no alcanzaba el desarrollo religioso y espiritual que él quería; apeló a la Santa Sede que le dio la razón, pero la unificación se llevó a cabo.

Muchas veces se le ofreció el episcopado, pero siempre se negó, hasta que en 1636 fue nombrado obispo de Cahors, sin que perdiera su cargo de abad. Obtuvo el apoyo del cardenal Richelieu. Durante su episcopado aplicó los decretos del Concilio de Trento tomando el modelo pastoral de san Carlos Borromeo. Luchó contra el relajamiento del clero y la superstición.
 
Fundó el seminario diocesano, visitó la diócesis, condenó el jansenismo y el laxismo. Su caridad no tuvo límites, como cuando se dedicó a los apestados, los enfermos, los huérfanos, creando para ellos asilos y hospitales. Murió trabajando en Mercués y su cuerpo se encuentra en la catedral de Cahors.
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San Zótico de Constantinopla, Presbítero

San Zótico de Constantinopla, Presbítero
Diciembre 31

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los huérfanos. c. 350.

San Zótico, presbítero romano; el cual pasando a Constantinopla tomó a su cargo el sustentar a los huérfanos. Por su nobleza y santidad fue otro de los distinguidos personajes que el gran Constantino llevó a Roma para ilustrar su nueva corte de Bizancio, llamada después de su nombre Constantinopla.

Fue allí Zótico el primero que en beneficio de los pobres fundó un hospital, y se ejercitó con indecible caridad en socorrer, servir y educar a los huérfanos y necesitados. Le honran con muchos elogios el Menologio y varios escritores griegos.
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Santa Columba de Sens, Virgen y Mártir

Santa Columba de Sens, Virgen y Mártir
Diciembre 31


Santa Colomba de Sens (Hispania, h. 257- decapitada ¿en Meaux?, 273) fue una virgen mártir cristiana considerada santa y a la que se asocia con Sens en Francia y una fuente llamada d'Azon. Su fiesta se celebra el 31 de diciembre.

Toda su historia es bastante legendaria.[cita requerida] Se dice que, a los dieciséis años de edad, huyó de Hispania para marchar a la Galia con la finalidad de escapar a las persecuciones del emperador Aureliano. No obstante, fue localizada y apresada. Mientras estaba en prisión, uno de los guardias de la prisión intentó violarla. Un oso que se usaba en un anfiteatro cercano atacó al guardia y la rescató. Sin embargo, más tarde fue martirizada en Meaux.

Cuenta la hagiografía católica que la condenaron a morir en la hoguera, pero que, al resistir a las llamas, la degollaron en un bosque cercano. Donde cayó su sangre creció un arroyo.

Se construyó una capilla en la tumba, seguida más adelante por la abadía de Sens. Otras iglesias de Francia llevan su nombre. También se dice que fue patrona de la iglesia parroquial de Chevilly, en la diócesis de París. Sus restos no están en Sens, sino que aparentemente se encuentran (o se encontraban) en Rímini (Italia).

Se desconocen los motivos por los que los restos de Santa Columba no permanecieron en Sens (al menos en gran parte), sino que fueron enviados a Rimini, a la Catedral de Santa Columba. Las reliquias fueron llevadas (solamente una parte) por el obispo Castelli, de Rimini, que viajó a Sens con ese fin, en la segunda mitad del siglo XVI.

Posteriormente se dieron cuenta que los fragmentos de las reliquias traídas de Francia complementaban perfectamente los fragmentos de las viejas reliquias de Santa Colomba, ya existentes en Rimini, que según la leyenda llegaron por barco (aunque no se sabe de donde).

En el arte, santa Colomba está representada como una doncella coronada encadenada. A veces puede:
-tener un perro o un oso encadenado
-sostener un libro y una pluma de pavo real,
-estar con un ángel sobre una pira funeraria, o estar decapitada.

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Santa Melania la Jóven, Penitente


Santa Melania la Jóven, Penitente
Diciembre 31

Martirologio Romano: En Jerusalén, santa Melania la Joven, que con su marido san Piniano se marchó de Roma y llegó a la Ciudad Santa, donde abrazaron la regla, ella entre las mujeres consagradas a Dios y él entre los monjes, ambos reposaron en una santa muerte. (383 - c.438).

Etimológicamente significa “oscura”. Viene de la lengua griega.

Dice mateo: “Los discípulos se acercaron a Jesús y él les enseñaba diciendo: Dichosos los que tienen un corazón de pobre, pues el Reino de Dios les pertenece”.

A los 14 años, esta chica aristócrata romana se casó con su primo Pinio, que tenía 17.

Diez años más tarde, perdieron a sus dos hijos.

En su desconsuelo, tomaron una opción en la vida.

Se pusieron de mutuo acuerdo para seguir los consejos evangélicos.

Como quiera que eran ricos, se reunieron para ver la manera de repartir sus bienes a los pobres.

Una vez que lo hicieron, salieron para Roma poco antes de que Alarico pudiese llevárselos.

En primer lugar, se retiraron a Sicilia, después a Tagaste cuya diócesis tenía por pastor a un amigo y vecino, San Agustín, obispo de Hipona.

Llegaron con ellos quince eunucos y otras tantas esclavas.

Le pertenecían todas las tierras de Tagaste.

Los fieles querían que Pinio fuera el obispo., pues de esta manera estaba asegurada la fortuna para la comunidad cristiana.

Pero Pinio y Melanie se fueron a Jerusalén.
El murió allí en el año 432.

Melanie fundó un monasterio no lejos del lugar de la Ascensión, en el Monte de los Olivos, en el que murió a la vuelta de una fiesta.
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Autor: P. Felipe Santos | Fuente: Cathoic.net

San Barbaciano de Ravena, Presbítero

San Barbaciano de Ravena, Presbítero
Diciembre 31

Martirologio Romano: En Rávena, de la región de la Flaminia, san Barbaciano, presbítero. s. V.

Presbítero de Antioquía que marchó a Roma y se retiró en el cementerio de Calixto donde llevó una vida de oración y de penitencia. Realizó numerosos milagros, algunos en favor de personalidades de la corte imperial y por su fama llamó la atención de la emperatriz Plácida Augusta; ésta le convenció para que estableciese su residencia en Rávena, donde construyó el monasterio de San Juan Bautista y dirigió una comunidad de monjes; fue confesor de la emperatriz.

Por su intercesión, Gala Placida obtuvo, milagrosamente, reliquias de san Juan Evangelista y, por un voto, en el 425, hizo erigir la célebre basílica en honor a este santo. Cuando murió Barbaciano, tanto la emperatriz como el Arzobispo de Rávena, san Pedro Crisólogo, decidieron que fuera enterrado en su monasterio que después sería llamado de Santos Juan y Barbaciano. Con su sabiduría sirvió con grandeza al Estado. Patrón de Rávena y Bolonia.
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Santas Donata, Paulina, y cinco compañeras, Mártires

Santas Donata, Paulina, y cinco compañeras, Mártires
Diciembre 31

†: s. inc. - Italia
canonización: pre-congregación

También en Roma, en el cementerio de los Jordanos, en la vía Salaria Nueva, santas Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria, mártires.

La existencia de este grupo de santas vírgenes y mártires de Roma viene confirmada por el Martirologio Jeronimiano, que las inscribe el 31 de diciembre, y por el «Liber de locis sanctis martyrum», de la primera mitad del siglo VII. Sus reliquias fueron encontradas junto con las de Alejandro, Vital y Marcial, del 10 de julio, en el cementerio de los Jordanos, en la Vía Salaria Nueva.

Su veneración fue promovida por el papa Adriano I (772-795); sin embargo, esto es todo lo que se sabe de ellas, quedándonos en la oscuridad las época y circunstancias de su muerte martirial.
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Basado en una noticia de Antonio Borrelli.
fuente: Santi e Beati
Tomado de: eltestigofiel.com

lunes, diciembre 30, 2013

Evangelio Diciembre 30, 2013

En el Templo con la profetisa Ana
Lucas 2, 36-40.
Navidad.
María presenta su hijo a Dios y a nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra.
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.


Oración preparatoria
Ven, Espíritu Santo, que esta oración me fortalezca para evitar actitudes de indolencia, desidia o pereza y me ayude a comprender el valor del tiempo. Te ofrezco esmerarme por saber aprovechar cada minuto de mi vida para darte gloria, sirviendo con alegría y mucho amor a los demás; con tu gracia, sé que lo voy a lograr.

Petición
Cristo, dame la gracia de sentir el apremio por hacer rendir al máximo el tiempo que Dios me concede.

Meditación del Papa Francisco
Hermanos: ¡Ánimo! La mitad de nosotros tenemos una edad avanzada: la vejez es – me gusta decirlo así – la sede de la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría de haber caminado en la vida, como el anciano Simeón, la anciana Ana en el Templo. Y justamente esta sabiduría les ha hecho reconocer a Jesús.
Ofrezcamos esta sabiduría a los jóvenes: como el vino bueno, que mejora con los años, ofrezcamos esta sabiduría de la vida. Me viene a la mente aquello que decía un poeta alemán sobre la vejez: es el tiempo de la tranquilidad y de la plegaria. Y también de brindar esta sabiduría a los jóvenes. [...] A la poderosa intercesión de María, nuestra Madre, Madre de la Iglesia, encomiendo mi ministerio y el vuestro.
Que cada uno de vosotros, bajo su amparo maternal, camine alegre y con docilidad a la voz de su divino Hijo, fortaleciendo la unidad, perseverando concordemente en la oración y dando testimonio de la fe genuina en la continua presencia del Señor. (S.S. Francisco, 15 de marzo de 2013).

Reflexión
Como que resumiendo todo el período de la infancia de Jesús, se nos dice que Él estaba "sometido" a sus padres y que "progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2,51-52). Durante la mayor parte de su vida, Jesús compartió la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la comunidad (cf. Catecismo de la Iglesia Cátolica, n. 531). No siempre recordamos esto, pero lo que más distinguió a Jesús fue su vida familiar. En cambio, a menudo consideramos sólo su vida pública.

Si Jesucristo nos ha redimido tanto con su vida oculta de Nazaret como con sus escasos tres años de predicador itinerante, entonces, los 30 años que pasaba detrás del portal de la casa sencilla de Nazaret no fueron menos fecundos. Lo manifiesta también la frase del Evangelio: "El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él."

Ciertamente, el propósito común de María y José fue el de proporcionar una esmerada educación a Jesús y Él la asimiló con la actitud más confiada, diligente y sumisa que jamás ha tenido un hijo. María y José vieron cómo su inteligencia y su voluntad humanas se iban despertando, desarrollando y fortificando. Por otro lado, no sólo habrán buscado trasmitirle un gran número de conocimientos acerca de las costumbres y tradiciones del pueblo judío, sino sobre todo el mundo de valores y de ideales que los animaba, donde Dios lo era todo. Así habrán compartido muchas veces los mismos sentimientos, afectos e intereses.

Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. Sorprende, con qué eficacia se va trasmitiendo, casi irradiando hacia los demás. Quizá por eso la profetiza Ana se sintió atraída hacia esta familia. Es hermoso pensar que la Virgen María en persona le habrá contado a San Lucas todos estos detalles acerca de la niñez de Jesús. ¿Quién más lo podría haber hecho?
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Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

San Félix I, Papa y Mártir

San Félix I, Papa y Mártir
Mayo 30 - Diciembre 30

calendario anterior: mayo 30

26 -San Felix I: Roma; Enero 5, 269 - Diciembre 30, 274. Nació en Roma. Elegido el 5.I.269, murió el 30.XII.274. Afirmó la divinidad y humanidad de Jesucristo y las dos naturalezas distintas en una sola persona. Padeció la persecución de Aureliano. Inicia a enterrar a los mártires bajo el altar y a celebrar la misa sobre sus sepulcros.
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Félix I, papa, el cual rigió la Iglesia romana en tiempo del emperador Aureliano. 274.

S. FELIX I (269-274) Nació en Roma. Fue pontífice durante el imperio de Aureliano en una época inicialmente tranquila.

A él le atribuyen una carta dirigida a Máximo, obispo de Alejandría, que trata el tema entonces actual de la SS.ma Trinigad. A esta carta se la consideró de gran importancia en el Concilio de Efeso del año 431. El texto, sintético, pero muy preciso, reza lo siguiente: «nuestra fe en la Encarnación es la que nos llega de los Apóstoles. Creemos que el Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, es el Verbo, el hijo eterno de Dios, y no un hombre distinto de Dios que Dios mismo ha elevado a este honor.

El hijo de Dios no ha elegido un hombre para asociarle a Él; en Cristo no existen dos personas. El Verbo, perfecto Dios, se ha encarnado en el seno de la Virgen y se ha hecho hombre perfecto».

Félix destituyó al obispo de Antioquía Pablo de Samosata que doctrinalmente se equivocaba Combatió también el maniqueísmo, que negaba la esencia de Cristo, admitiendo sólo dos principios que gobiernan el mundo, el bien y el mal.

Félix murió mártir en el año 274 y fue enterrado en la iglesia romana de S. Práxedes.
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Santa Judith, Personaje Bíblico

Santa Judith, Personaje Bíblico
Diciembre 30


Etimología: Judith = aquella que alaba a Dios. Viene de la lengua hebrea.

Si quieres leer y meditar un libro sumamente interesante en la Biblia es el de esta heroína que defendió la libertad de su pueblo y la religión contra el tirano general Holofernes.

Este militar, asesorado por sus jefes, sabía que el pueblo judío cuando está bien con su Dios, no hay quien pueda con ellos.

El orgulloso general, con tantos hombres bajo sus órdenes, mandó sitiar la ciudad hasta que murieran extenuados de hambre y de sed. Cuando las cosas iban muy mal, el sacerdote Ozías, le dijo:"Esperen cinco días y en ese plazo decidiremos qué debemos hacer".

Pero en este momento se presentó una bella mujer, viuda y entregada a la penitencia y a la oración. Era la admiración de todos por su belleza física y su simpatía.

Judith les dijo:" Dios nos está probando pero no nos ha abandonado. Yo voy a hacer en estos días algo cuyo recuerdo se prolongará por muchos siglos. Esta noche saldré de la ciudad y luego Dios hará por mi mano algo que ahora no les puedo contar". Luego se postró ante Dios y le rogó que bendijera su plan y la ayudara. El sacerdote y los demás jefes le dijeron: "Vete en paz y que el Señor te proteja y te guíe".

Se puso bellísima con sus mejores vestidos y joyas y se largó al campo de los enemigos. Al verla los centinelas, ella les dijo que huía de Betulia para entrevistarse con Holofernes.

Le pidió al general que la dejaran actuar y que cada noche le permitiese ir al campo a orar. Le dijo que no había inconveniente. Se enamoró de ella al instante. Mandó hacer una gran fiesta en la que se emborrachó. Una vez que se quedó solo, cogió una espada y le cortó la cabeza.

Actuó en conciencia. Entre dos males, eligió el menor. Todos fueron a felicitarla. Y le dijeron:"Tú eres la gloria de Jerusalén, el orgullo de Israel. Bendita seas por el Señor Omnipotente por todos los siglos. Amén".
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Autor: P. Felipe Santos

Traslado del cuerpo de Santiago

Traslado del cuerpo de Santiago
Diciembre 30

De hecho, por los breves apostólicos de dos papas, Gregorio XIII y Sixto V, se celebra en Santiago y en España la fiesta de la Traslación.

El rey Herodes mandó decapitar a Santiago. Fue el protomártir de los Apóstoles; luego le seguirían todos los demás y sucedió en la ciudad Santa de Jerusalén. Este es el dato histórico y punto de partida de una leyenda que parece ser un inverosímil juego imaginativo pero, como tantas veces sucede, la fantasía mejor intencionada cubre los espacios en blanco que la historia no puede rellenar con datos comprobables.

Y la leyenda se expone así resumiendo: Una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo cuando estuvo en España robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas. Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arriban a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplen el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte.

Tierra adentro encuentran una gruta. Les parece sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyen un ídolo de piedra de los paganos del país y excavan en la piedra un sepulcro donde depositan el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantan una casa que será capilla. Teodoro y Atanasio se quedarán custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros saldrán por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando mueren los dos custodios reciben sepultura junto a los restos de Santiago.

Las invasiones y guerras que se suceden en el lugar son factores determinantes para que, junto con el mismo paso de los años, se relegue al olvido transitoriamente tanto el lugar ya tapado por los matorrales como el tesoro que contiene.

Cuando reina Alfonso el Casto se descubren los antiguos sepulcros y el rey manda edificar un templo. Y otros monarcas le siguen. Es Compostela. Los papas conceden privilegios, Urbano II desliga el obispado de la jurisdicción de Braga y con Calixto II comienza a ser arzobispado. Los milagros y las maravillas se producen en el tiempo para españoles y extranjeros. Se señala de modo muy especial la protección en la larga lucha de reconquista llegando a aplicársele el alias de "Matamoros" por haberlo visto con todas las armas precediendo al ejército cristiano. Las rutas del peregrinaje de Europa comienzan a tener otro camino para culminar el perdón de los pecados con arrepentimiento.
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Autor: Archidiócesis de Madrid

Beata Eugenia Ravasco, Virgen y Fundadora

Beata Eugenia Ravasco, Virgen y Fundadora
Diciembre 30


Fundadora del Instituto de las Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María

Martirologio Romano: En Génova, de la Liguria, en Italia, beata Eugenia Ravasco, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, a las que encomendó la educación de niñas y el cuidado de enfermos y de la infancia menesterosa (1900)

Etimología: Eugenia = Aquella de noble cuna, es de origen griego.

Nació en Milán el 4 de Enero de 1845, la tercera, entre seis hijos del banquero genovés Francisco Mateo y de la noble Carolina Mozzoni Frosconi.

Fue bautizada en la Basílica de Santa María de la Pasión, con los nombres de Eugenia, María. La familia, acomodada y religiosa, le ofreció un ambiente rico de afecto, de fe y educación refinada.

Luego de la muerte prematura de dos hijos pequeños y de su joven esposa, el padre regresó a la Ciudad de Génova, llevando consigo al primogénito, Ambrosio y a la menor, Elisa, quien contaba apenas año y medio de edad.

Eugenia permaneció en Milán con la hermanita Constancia, confiada a los cuidados de la tía Marieta Anselmi, quien, como verdadera madre, la acompañó en su crecimiento, educándola con amor pero también con firmeza. Eugenia, vivaz y expansiva, en su infancia la consideró su verdadera madre y demostró hacia ella un afecto muy tierno.

En 1852 decidieron fuera a vivir a Génova con su familia. La separación de su tía le causó un dolor muy hondo, a tal punto que enfermó. En Génova, desde entonces su ciudad adoptiva, encontró nuevamente a su padre y a los dos hermanos; conoció al tío Luis Ravasco, quien tanto aportó a su formación; a la tía Elisa Parodi y a sus diez hijos con quienes convivió durante algún tiempo. De manera especial se encariñó a su hermana menor, Elisa, reservada y sensible, estableciendo con ella una profunda sintonía espiritual.

Al cabo de tres años, en marzo de 1855, falleció también su padre. Luis Ravasco, banquero y cristiano convencido, se responsabilizó de los tres sobrinos huérfanos cuidando de su formación: confió a una Institutriz cualificada las dos niñas. Eugenia de carácter vivaz y exuberante sufrió bastante bajo el régimen severo adoptado por la señora Serra, pero supo aceptarlo con docilidad.

El 21 de junio de 1855, en la Iglesia de San Ambrosio (hoy Iglesia “de Jesús”) en Génova, a los 10 años, recibió la primera Comunión y la Confirmación luego de una atenta preparación realizada por el Canónigo Salvador Magnasco. Desde ese día se sintió atraída por el misterio de la presencia Eucarística, de tal manera que no pasaba delante de ninguna Iglesia sin entrar para adorar el SSmo. Sacramento. El culto a la Eucaristía es en efecto uno de los goznes de su espiritualidad, junto al culto de los Corazones de Jesús y de María Inmaculada. Movida por una compasión connatural hacia los que sufren, desde su adolescencia donó abundantemente y de todo corazón a los necesitados, muy contenta de hacer sacrificios personales para lograrlo. En diciembre de 1862, la joven Eugenia perdió también el apoyo del tío Luis, quien había sido para ella más que padre. Recibió de Él no solamente la herencia moral de grande rectitud, coherencia cristiana y gran liberalidad hacia los pobres, sino también la responsabilidad de la familia, ahora en las manos de administradores no siempre fieles. No se acobardó.

Confiando en Dios y aconsejada por el canónigo Magnasco, futuro Arzobispo de Génova, y por sabios abogados, tomó las riendas de los negocios de familia. Lamentablemente no logró salvar al hermano del camino extraviado por el que estaba marchando y que lo llevó a un extremo degrado moral y físico. Fue éste uno de los mayores sufrimientos para la Madre y una grande prueba para su Fe. En este mismo período la tía Marieta inició los preparativos para conseguir para la sobrina un brillante porvenir de esposa. Pero Eugenia oraba ardientemente en su corazón, para que Dios le mostrara el verdadero camino por donde deseaba llevarla. Tenía aspiraciones más elevadas. El 31 de mayo de 1863, en la Iglesia de Sta. Sabina en Génova, en donde entrara para saludar a Jesús Eucarístico, mediante las palabras del Misionero P. Jacinto Bianchi, quien estaba en ese momento dirigindose a los fieles, Eugenia Ravasco recibió la invitación divina a “consagrarse para hacer el bien por amor al Corazón de Jesús”. Fue el acontecimiento que iluminó su futuro y cambió su vida. Bajo la guía del Director espiritual, ella se puso sin reservas a disposición de Dios, consagrándole a Él, a su gloria y al bien de las almas, sus energías de inteligencia y de corazón y el patrimonio heredado de los suyos:

“Este dinero —acostumbraba repetir— no es mío, sino del Señor, yo soy solamente la depositaria” (cfr. Positio C.I., 70)

Soportó con fortaleza las protestas de los parientes, las críticas y el desprecio de las damas de su misma clase social e inició con valor a “hacer el bien” a su alrededor. Dio clases de catecismo en su Parroquia, N.S. del Carmen; colaboró con las Hijas de la Inmaculada en la Obra de S. Dorotea, como asistenta de las niñas del barrio, enseñó costura y bordado. Como “Dama de Caridad” de S. Catalina en Portoría, asistió a los enfermos en el Hospital de Pammatone y de los Crónicos; visitó a los pobres en sus casas, llevando el consuelo de su caridad. Sentía una grande pena viendo a tantos niños y jovencitas abandonados a sí mismos, en medio de toda clase de peligros y totalmente ignorantes de las cosas de Dios.

El 6 de diciembre de 1868, a los 23 años, fundó la Congregación religiosa de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, con la misión de hacer el bien especialmente a la juventud. Se iniciaron así las escuelas, la enseñanza del catecismo, las asociaciones, los oratorios; el proyecto educativo de la Madre Ravasco consistía en educar a los jóvenes y formarlos a una vida cristiana activa y abierta, para que fueran “honestos ciudadanos en medio de la sociedad y santos en el cielo”; educarlos a los valores trascendentes y al mismo tiempo a la lectura de los acontecimientos en perspectiva histórico-salvífica. Les propuso la santidad como meta de la vida.

En 1878, en un período de abierta hostilidad a la Iglesia y de laicización de la vida social, Eugenia Ravasco, atenta a las necesidades de su tiempo, dio inicio a una Escuela Normal femenina, con la finalidad de darle a las jóvenes una instrucción orientada cristianamente y de preparar “maestras cristianas” para la sociedad. Para llevar a cabo esta obra, pupila de sus ojos, se enfrentó con fortaleza y confiando en Dios sólo, a los ataques venenosos de la prensa de opinión laicista.

Encendida de caridad ardiente a imitación del Corazón de Jesús y animada por la voluntad de ayudar a su prójimo, de acuerdo con los Párrocos, organizó Ejercicios Espirituale, Retiros, Ceremonias religiosas y Sagradas Misiones Populares, hallando un grande consuelo viendo a muchos corazones que retornaban a Dios para encontrar su misericordia mediante la oración, el canto litúrgico y los Sacramentos. Oraba: “Corazón de Jesús, concededme porder hacer este bien y niguno otro, en todas partes”.

Soñaba con poder ir a Misiones, pero ello no se concretizó sino después de su fallecimiento. Promovió el culto del Corazón de Jesús, de la Eucaristía, del Corazón Inmaculado de María; organizó Asociaciones para las Madres de Familia, tanto pobres como acomodadas; a estas últimas propuso ayudar a las jóvenes necesitadas y proveer a las Iglesias pobres. Alcanzó con su caridad a los moribundos, encarcelados, los lejanos de la Iglesia. Vivió de fe, de oración, de sufrimiento, de abandono en la Voluntad de Dios.

En 1884, junto con otras cohermanas, Eugenia Ravasco hizo su Profesión Perpetua. Siguió entregada al desarrollo y fortalecimiento del Instituto, el cual, aprobado por la Iglesia Diocesana en 1882, obtendrá la aprobación pontificia en 1909. Fundó algunas Casas Filiales que visitó no obstante su poca salud. Guió la Comunidad con amor, prudencia y la mirada hacia el futuro, considerándose la última de las hermanas. Trabajó para mantener encendida en sus hijas la llama de la caridad y grande celo para la salvación del mundo, proponiéndoles como modelos los Corazones SS.mos de Jesús y de María. “Arder en el deseo del bien ajeno, especialmente de la juventud” fue su ideal apostólico; “Vivir abandonada en Dios y en las manos de María Inmaculada” fue su programa de vida.

Purificada por la prueba de la enfermedad, de la incomprensión y del aislamiento dentro de la misma Comunidad, Eugenia Ravasco nunca desistió de actuar con pasión evangélica para la salvación de las almas, especialmente de la juventud de toda edad y condición social. En 1892, un año después de la Encíclica “Rerum Novarum” de S.S. el Papa León XIII, quiso construir un edificio en la plaza de Carignano, en Génova, para hacer de él la “Casa de las Obreras”: las jóvenes, quienes trabajaban en las fábricas y en los talleres de artesanía, hallarían en el un hogar seguro y la posibilidad de una formación cristiana. En 1898, para las jóvenes que trabajaban a servicio de las familias, fundó la Asociación de Sta. Zita; al mismo tiempo construyó el “pequeño teatro” para los momentos recreativos de las jóvenes del Oratorio y de las numerosas Asociaciones que estaban organizadas en el Instituto, convencida de que la alegría es la atmósfera educativa más eficaz:

“Estad alegres —acostumbraba repetir— divertios, pero santamente...” y a las religiosas: “Vuestro gozo atraiga otros corazones para alabar a Dios” (de sus escritos).

Consumida por la enfermedad Eugenia Ravasco falleció en Génova en vísperas de cumplir sus 56 años de vida, en la Casa Madre del Instituto, en la madrugada del 30 de diciembre de 1900.

“Os dejo a todas en el Corazón de Jesús” fueron sus palabras de despedida de las hijas y de sus queridas jóvenes.

En 1948 S. E. Mons. José Siri, Arzobispo de Génova, da inicio al Proceso Diocesano. El 1 de julio del 2000, año Jubilar, el S. Padre Juan Pablo II reconoce la heroicidad de sus virtudes. El 5 de julio del 2002 el mismo S. Padre Juan Pablo II firma el Decreto de aprobación del milagro —la curación de la niña Eilen Jiménez Cardozo de Cochabamba (Bolivia)— obtenido por intercesión de Madre Eugenia Ravasco.

Fue beatificada el 27 de abril de 2003 por S.S. Juan Pablo II.
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Fuente: Vatican.va