miércoles, enero 07, 2015

Cómo murieron los Apóstoles? San Pedro

 
-Pedro: Fue crucificado con la cabeza hacia abajo.
Últimos días de San Pedro.

Muy poco se sabe sobre los últimos días de este noble após­tol que desempeñó una parte tan importante entre los doce, y que tan gloriosamente actuó en los primeros días de la iglesia de Jerusalén.

Si recordamos que a él le fue encomendada la predicación del evangelio a los judíos, no está fuera de lugar suponer que se dedicó a viajar para llevar el divino mensaje a los israelitas esparcidos por todo el mundo.

Descartada como leyenda la infundada tradición de los veinticinco años de residencia en Roma, surge la pregunta: ¿qué hizo Pedro, y dónde estuvo todo el tiempo que transcurre entre los últimos datos que de él tenemos en el libro de los Hechos, y su muerte? La mejor respuesta a esa pregunta la tenemos en su Primera Epístola. En el último capítulo leemos la siguiente salutación: "La iglesia que está en Babilonia, juntamente con vosotros os saluda." De ahí se desprende que Pedro se hallaba en la Mesopotamia, donde residían numerosos israelitas, a los cuales seguramente él estaba evangelizando, sin dejar por eso de hacer la misma cosa entre los gentiles de esa región. Los romanistas, en su desesperación por demostrar que Pedro estaba en Roma, dan al nombre de Babilonia un sentido simbólico, sosteniendo que significa Roma.


En el Apocalipsis es evidente que Babilonia es el nombre con que se designa la ciudad de los Césares, pero es del todo contrario a una sana regla de interpretación, querer ver símbolos en unas sencillas palabras de salutación fraternal.

En la misma Epístola vemos también que ésta fue dirigida "a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia". Como no es lógico suponer que se dirija una carta de esta índole a personas o agrupaciones desconocidas, es también lógico admitir que Pedro haya trabajado en esas regiones durante el período que nos ocupa.

Tocante a su muerte, todo conduce a suponer que murió crucificado. Una semiprueba la tenemos en el evangelio según San Juan. Ahí leemos estas palabras que el Señor dirigió a Pedro.

Pero iba a "glorificar a Dios" por medio de la muerte, es decir, iba a sufrir el martirio. Vemos que iba a "extender sus manos1'. Los romanos acostumbraban, dicen autores antiguos y modernos, hacer que los condenados a la crucifixión llevasen por el camino una especie de yugo atado a los brazos extendidos, para representar por medio de esta postura la clase de suplicio que iban a sufrir.

El testimonio de varios autores de los tiempos primitivos: Tertuliano, Orígenes, Eusebio, agrega más pruebas a la creencia que prevalecía, en los primeros siglos, de que Pedro murió crucificado, y era también admitido que a pedido suyo lo fue con la cabeza hacia el suelo
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